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50 años sembrando oportunidades

50 años sembrando oportunidades
Eva Jiménez Gómez (@evajg) / 3 de febrero 2023

Abrir la puerta, subir unas escaleras y encontrarse con una oportunidad. En sentido literal, porque esa palabra, “oportunidad”, es lo primero que puede leerse en las paredes del Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) Casa de la Cultura de Getafe. Y en sentido figurado, porque en el edificio se imparte formación que cambia la vida de las personas.

“Al oír lo de centros de educación de adultos, la gente piensa en centros de mayores. Es cierto que algunos de nuestros alumnos, especialmente los de los cursos más bajos, son personas de edad avanzada, pero no son la mayoría”, aclara Marisa García Gómez, directora del CEPA.

Las estadísticas lo corroboran. En el curso 2021-2022, los estudiantes de 50 años o más constituían el 27,3% del total de alumnado que estudiaba enseñanzas de Educación de Personas Adultas, y la mayoría de ellos se repartía entre las enseñanzas no formales (47,8%) y las Enseñanzas Iniciales de Enseñanza Básica (46,1%), según la publicación Datos y cifras de la educación 2022-2023 de la Comunidad de Madrid.

De hecho, la mayoría de las personas que optan por estas enseñanzas se encuentra entre los 30 y 49 años (34,2%), seguida de la franja de los menores de 25 (29,6%). Los primeros, explica Marisa, suelen buscar una mejora en su carrera profesional, mientras que los segundos desean obtener un título que les capacite para entrar en el mercado laboral: el de graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o un título de Formación Profesional Básica.

Marisa se considera parte de lo que denomina agentes del milagro: “Propiciamos la circunstancia que les hace cambiar la relación con el sistema educativo, con el que la mayoría de los que perseveran se reconcilia tras pasar por nuestras aulas”.

Ese espíritu se recoge también en su proyecto de dirección de 2016, donde compara al alumnado con el juguete Buzz Lightyear que en la película Toy Story se lanza al infinito y más allá, sabiendo que siempre cuenta con su amigo Woody, un equipo que le sostendrá en los momentos de caída: “Ese es el papel que nos corresponde con nuestros alumnos que, por las circunstancias de la vida, dejaron de creer en sí mismos y plegaron las alas; tenemos que reconstruir con ellos el horizonte”. He aquí la historia de cuatro valientes que decidieron darse una oportunidad y echarse a volar.

Proyectos estrella del CEPA Casa de la Cultura de Getafe

Pon un técnico en tu vida.

Los estudiantes de FP Básica ayudan a los mayores de Enseñanzas iniciales a manejarse con el móvil y el ordenador. TICs con Corazón. Proyecto de colaboración con el CEIP Sagrado Corazón, por el que los alumnos de FPB dan clase a grupos de Primaria en el aula de informática. Fitness neuronal. Dinámicas variadas, para lograr cohesión entre el alumnado y refrescar conocimientos básicos de matemáticas y lengua.

Xcelence – Escuelas Que Inspiran.

Proyecto de orientación académico-profesional en colaboración con las fundaciones Bertelsmann y Empieza por Educar.

Manoli o cómo dar un giro profesional

A Manoli Ortiz siempre le habían gustado los ordenadores, “el cacharreo” como dice ella. Se dedicaba al diseño gráfico cuando le pilló la crisis de 2008. Entonces decidió aprovechar el tiempo y ponerse a estudiar.

Como solo tenía el graduado escolar, comenzó con el título de ESO y una Formación Profesional Básica de Informática. En el segundo y último curso realizó unas prácticas en una empresa, y ese mismo verano ya le ofrecieron un contrato.

Decidió seguir estudiando y se animó a cursar el Grado Medio de Técnico en Sistemas Microinformáticos y Redes, otros dos años más. Volvió a hacer las prácticas en verano, y a la semana le llamaron para ofrecerle un trabajo de seis meses como técnica en Antena 3.

Desde las alturas de su nuevo puesto, siguió oteando el horizonte y descubrió una oferta para trabajar en el Ayuntamiento de Madrid. Ni corta ni perezosa, se presentó, y ya lleva año y pico allá. Hoy, con 49 años, está encantada, pues ahora goza de unas condiciones laborales que nunca imaginó que podría conseguir cuando empezó a trabajar con 18 años.

“Cuantos más estudios tengas, a más podrás optar”

El proceso, reconoce, no ha sido fácil: “Cuesta. Vas a clase con chicos de 16 y 17 años. A veces eres más mayor que los profesores. Y me costaba más aprender, tardaba más tiempo. Algunas veces pensé en dejarlo, pero las profesoras me apoyaron mucho. Incluso ahora, el apoyo sigue siendo como si estuviera aquí”, explica.

Si tuviera que lanzar algún mensaje, lo tiene claro: “Si algo te gusta, inténtalo, pero inténtalo con ganas. Para ir para atrás siempre hay tiempo. Y cuanto más estudios tengas, a más podrás optar”.

Ella sigue abriendo nuevos caminos. Con 49 años, ahora quiere presentarse a unas oposiciones y hacer carrera de funcionaria. Todo ello le aportará, según ella, estabilidad económica y social.

Intizar o la formación para lograr arraigo laboral

Intizar Awad nació en Palestina hace 55 años. Llegó a España hace dos y tiene cuatro hijos: dos en España y dos en su país de origen.

A finales de 2021 comenzó a colaborar como voluntaria en Ellas lo bordan, un taller de costura promovido por la Fundación Manresa que ofrece oportunidades laborales a mujeres en situación de vulnerabilidad. Tras cuatro meses como voluntaria le ofrecieron trabajo. “Con contrato”, detalla con una amplia sonrisa.

“Estudio español porque quiero entender mejor a las compañeras de trabajo y sirve para todo: hospital, gente, comida…”

Se propuso mejorar su español en un CEPA cercano a su trabajo, pero sólo había clases por la mañana y coincidían con su nuevo empleo, así que este verano empezó sus clases en el CEPA de Getafe. “Porque quiero entender mejor a las compañeras de trabajo y porque el idioma sirve para todo: hospital, gente, comida…”.

Intizar está muy contenta en la Casa de la Cultura: “Me gustan mucho las compañeras, las profesoras y el lugar: es muy limpio y tranquilo”.  Y parece que se está adaptando muy bien al país de acogida: “España me gusta muchísimo. En mi país hay guerra, aquí estoy tranquila”. Eso sí, no se olvida de sus compatriotas. A ellos se dirige cuando le pedimos un consejo: “Hay que aprender español para salir de la calle. Hay mucha gente en la calle pidiendo dinero”.

Ayoub o el idioma para profundizar en la cultura

Ayoub Bahzad tiene 28 años, 29 en febrero. En Marruecos, su país de origen, se licenció en Estudios Hispánicos y Traducción de árabe, español y francés. Antes de llegar a Getafe, hace 10 meses, trabajó en Marruecos realizando encuestas en los aeropuertos sobre turismo y en un proyecto de fibra óptica de una gran empresa de telecomunicaciones. Hoy en día trabaja como representante de compañías marroquíes de teatro en tareas de comunicación y traducción, así como de técnico teatral.

Uno de los motivos por los que se ha animado a estudiar español en el CEPA Casa de la Cultura de la Getafe es “mejorar el idioma, porque había perdido práctica”. Y seguidamente empieza a alabar la cultura, el patrimonio y la gastronomía española.

Otra razón importante para estudiarlo es que facilita la convivencia y otras muchas cosas: “Tener amigos, estar en las redes sociales, ir a la Administración, leer noticias, descubrir España y tener éxito en este buen país”.

“Un inmigrante sin el idioma del país en el que vive es como una mesa sin pan”

Por todo ello, Ayoub no duda en acudir a un dicho popular de su país: “Un inmigrante sin el idioma del país en el que vive es como una mesa sin pan”. Asimismo, reconoce que el idioma también le ha ayudado a sentirse español: “Ha cambiado cosas en mí. Por ejemplo, ahora me gusta más bailar”.

El joven también está muy contento de su experiencia formativa, donde tiene en alta estima a su profesora –“hace mucho esfuerzo para que aprendamos”- y destaca el buen clima existente entre los compañeros y compañeras. También valora el equipamiento, como los ordenadores y proyectores, y que se realicen actividades fuera de clase, sobre todo las visitas culturales.

Oliva o cómo progresar en la carrera profesional

Oliva González trabajaba en el Hospital Clínico San Carlos como auxiliar de enfermería y se acercó a la educación de adultos, al área de extención cultural, “para matar el tiempo”. Allí una profesora le vio aptitudes y actitudes y le animó a seguir estudiando, así que se lanzó a estudiar la ESO “para aumentar conocimientos”.

Superada la Educación Secundaria, sus profesoras la animaron de nuevo, así que se lanzó a estudiar el Bachillerato. Por la tarde, para compatibilizarlo con su trabajo. Lo consiguió. Nuevamente, fueron sus profesoras las que le sugirieron hacer la selectividad. Lo intentó y sacó nota suficiente como para “aumentar los conocimientos que ya tenía como profesional”.

Estudiar y trabajar no fue fácil. Según cuenta, se levantaba a las 5 de la mañana para estudiar, a las 7:45 se marchaba a la Universidad y, después de las clases, a trabajar. Entonces compartía piso y lo vivió como una liberación. Eso sí, “nunca pensé que fuera a terminar la carrera”, reconoce con una gran serenidad y humildad esta hoy enfermera que trabaja en un hospital público en la especialidad de salud mental.

“Estudiar, en vez de ser una carga, es una forma de ilusionarte”

A sus 54 años, Oliva ha vuelto al CEPA Casa de la Cultura para aprender inglés. Quiere entender a los conferenciantes de su especialidad en su idioma original: “Los traductores traducen las preguntas, pero no las respuestas”, explica.

De su paso por el CEPA, Oliva valora muchísimo todo el apoyo recibido por el profesorado: “El ambiente es muy acogedor. No te juzgan, son muy flexibles, si no te acuerdas de algo te dan pistas para que no te sientas mal…”. Tampoco se olvida de sus comañeros y compañeras: “No son grupos cerrados y todos enriquecen la clase”. En definitiva, concluye, “estudiar, en vez de ser una carga, es una forma de ilusionarte. Y si no avanzas, los profesores te sostienen”.

Al final va a ser verdad eso de que detrás de cada Buzz Lightyear hay un Woody detrás. Ahora sólo hace falta echarse a volar y construir la oportunidad.

A vista de número

En la Comunidad de Madrid existían 82 Centros de Educación de Personas Adultas, 75 de ellos públicos, en el curso 2021-2022 según la publicación Datos y cifras de la educación 2022-2023 de la Comunidad de Madrid.

En esos 82 centros estudiaban más de 34.000 alumnos y alumnas, según la misma fuente.

El 34,2% del alumnado tiene entre 30 y 49 años; el 29,6%, menos de 25 años; y el 27,3%, 50 años o más.

El CEPA Casa de la Cultura de Getafe depende de la Comunidad de Madrid y en él estudian casi 900 alumnos, la mayoría entre 20 y 30 años, seguidos de los menores de 20.

El Ayuntamiento de Getafe también ofrece un Servicio Educativo de Personas Adultas desde 1984. En el curso 2020-2021, se matricularon casi 500 estudiantes, la mayoría entre los 66 y 75 años, seguidos de la franja de mayores de 75, según datos de la Delegación de Educación del Consistorio. 




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